LA PRENSA LA REVOLUCIÓN DEL PERIODISMO EN EL PERÚ

Washington, 25 de junio de 1945

Queridos Augusto y John (Gildemeister):

Estoy escribiendo la misma carta a cada uno de ustedes porque pienso que son las dos únicas personas dispuestas a concordar conmigo en el tema sobre el cual tengo algo que decir. Más aún, pienso que ustedes son las dos únicas personas deseosas de trabajar por el logro de lo que propongo. Sé que Felipe (Beltrán) no estará en desacuerdo, de modo que le estoy enviando una copia, pero aunque sólo fuera en razón de que si esto se llevase a cabo, la mayor parte de la financiación recaería en ustedes dos, pienso que ustedes deberían encabezar el proyecto, si es que todo esto se realiza.

De lo que oigo, el candidato y el sector que están ganando las elecciones conformaran el siguiente gobierno sin ningún temor de alzamiento o trucos por parte del grupo saliente. Pienso que esto es una tremenda mejora en nuestro escenario político; quiero decir, que ésta es la única vía para tener estabilidad política, y en tanto yo creo que la estabilidad política debe ser el cimiento de cualquier cosa y en cuanto no veo de qué otra forma podríamos lograrla, debo decir que, en primer lugar, estoy muy satisfecho de que haya tenido lugar una elección libre y que la mayoría vaya a prevalecer.

Más allá de eso, pienso que es deber de todos nosotros evidenciar que estamos deseosos de ayudar a cooperar con el nuevo gobierno, de tal manera que se establezca sólidamente. El próximo Presidente, al menos, no es un político experimentado. Dado su recto carácter y sus intenciones honestas, él puede recibir la oposición de los viejos políticos profesionales que descubrirán que no pueden sacar del gobierno, a través de medios tortuosos, tanto como ellos pensaban que podrían. Corresponde a la parte honesta y no política del país, respaldarlo.

Ahora, esto no significa decir que si, más tarde, él comienza a seguir políticas que se consideren radicalmente equivocadas, éstas no deberían recibir una oposición abierta. Más bien, es lo contrario. Cuanto mejor establecido esté el nuevo gobierno, seremos más capaces de combatirlo sin correr el riesgo de una revolución. A mi entender, en consecuencia, nuestra ruta es perfectamente clara: no hacer nada que pueda debilitar al gobierno sino, más bien, hacer lo posible para fortalecerlo, pero, al mismo tiempo, observar lo que puedan hacer y criticar libremente sus políticas acerca de cada problema que puedan presentar, pero hacerlo tan objetivamente que nosotros critiquemos la política pero no debilitemos la estabilidad del gobierno mismo, porque ésta es la oportunidad de alcanzar un razonable nivel de estabilidad política en el país.

He leído con cuidado la plataforma del candidato vencedor y debo decir que, pese a que estoy de acuerdo con casi todo lo que dice, particularmente, en el plano político, estoy más perturbado por lo que dice en el campo económico. Me suena como si agarrara dificultosamente el problema y como si conociera muy poco acerca de él. Sé que los programas significan usualmente muy poco; sin embargo, lo que dice, en cierta medida, debe damos un cuadro de lo que tiene en mente, y como no veo quién va a ser su asesor ortodoxo en materia económica, tengo miedo que siga políticas equivocadas y descanse en controles artificiales que no llevarán al país a ninguna parte y que provocarán latrocinios y corrupción. Sólo espero estar equivocado, que no siga las sugerencias equivocadas que seguramente le propondrán, y que descanse más en la solidez fundamental de los principios económicos ortodoxos, según los cuales el Estado no trata de hacer subir el agua a la montada mediante disposiciones artificiales.

Pero, en cualquier caso, sea que él quiera seguir la política correcta o el consejo equivocado, será necesaria una posición para hablar enérgicamente a fin de prevenir que las cosas sigan el rumbo equivocado, porque ahora, por primera vez quizás en nuestro país, vamos a tener un gobierno que descanse en el voto que ha obtenido durante las últimas elecciones, el cual tratará de conservar para las siguientes, actuando, en consecuencia, siempre con un ojo puesto en los futuros comicios. Consiguientemente, cualquier cosa que suene atractiva a la mayoría del pueblo, aun fuese una cuestión demagógica, puede convertirse en norma, a pesar que pueda causar mayores problemas y lograr pocos resultados. Como no hay partidos organizados en el país y no puedo prever quién va a constituir una clara oposición en el Congreso, creo que es muy necesario hacer algo que haga posible exponer debidamente al país la política correcta, merced a que esa será la única manera de controlar al gobierno.

A menos que mis compatriotas hayan cambiado radicalmente, preveo que todo el mundo se va a ir al lado del gobierno y, una falta de oposición en el Congreso, más la adulación, es lo que está destinado a prevalecer dentro de un muy corto plazo, lo cual producirá los mismos resultados que hemos conocido antes; es decir, la gente en el gobierno se creerá infalible y se resistirá a cualquier crítica. La única manera de minimizar ese peligro es estar, desde el comienzo, en una posición como para hablar enérgicamente y llamar a las cosas por su nombre, alabando al gobierno cuando actúen correctamente y siendo igualmente claros cuando sigan una política equivocada. Ahora, esto sólo puede ser hecho a través de un periódico ampliamente leído, que realmente lleve el peso de la opinión pública. Pienso que El Comercio es el único en esa situación y creo que su adquisición es un problema que debería ser enfrentado de una vez.

No me detendré acerca de lo aconsejable que resulta comprarlo desde el punto de vista de los negocios. Todos sabemos que no sólo es una proposición de primera clase para hacer plata en este momento, sino que está casi obligado a serlo más en el futuro. Ha sido así en cada país y será así entre nosotros. Habrá una circulación más amplia, habrá más avisos y si suben el costo del papel, los servicios de noticias o la tinta, siempre será fácil subir el precio del periódico y de los avisos. Ahora, desde el punto de vista de los negocios, difícilmente podría pensarse en una mejor inversión, en la medida en que ustedes estarán inundados con moneda peruana en tan corto tiempo que no veo cómo podría encontrarse una mejor inversión para sus soles y que, debido a lo que acabo de decir, los proteja aun contra la depreciación de la moneda. Si tuviera suficiente plata y no supiera qué hacer con ella, ciertamente intentaría comprarlo, sin mirar a cualquier otra consideración, y aun si fuera un extranjero sin intereses en el país.

No voy a mencionar las dificultades de personal administrativo y editorial; como ya he dicho en otras ocasiones, es fácil encontrarlo en este país, en Cuba o en España, y con la experiencia que nosotros tenemos en la prensa, sabemos que el error más grande es intentar manejar el periódico uno mismo, y que más bien lo que hay que hacer, como en cualquier otro negocio, es lograr que sea manejado por gente enterada, por verdaderos profesionales.

Pero sé que hay un punto que parece asustar a todo el mundo y es cómo financiar la compra. No tengo la más tenue idea de lo que requeriría. He oído mencionar que Uds. lo podrían conseguir en 20 millones. Bueno, supongamos que quieren tanto como eso (y naturalmente ustedes tendrán que tratar de comprarlo por lo menos posible). Pienso que el financiamiento sería muy fácil si se pagara un cierto monto en efectivo, digamos 2, 3 ó 5 millones, y el resto fuera pagado a los actuales propietarios en bonos redimibles. Sería sencillo llegar a esto, para lo cual en los años venideros los nuevos accionistas tendrían que renunciar a todos lo dividendos y usar todas las ganancias en la redención de los bonos, con el resultado de que, una vez que lo hicieran, sus acciones valdrían varias veces más de lo que valían al comienzo. Después de todo, es exactamente eso lo que se hace en la banca internacional, donde solamente un tercio del ingreso es distribuido en dividendos; los otros dos tercios van a las reservas. En este caso, se podría conservar una pequeña proporción del ingreso en un fondo de reserva y usar el grueso de las ganancias para la redención de los bonos.

Desde el punto de vista de los actuales propietarios, esto sería algo casi ideal, porque conseguirían algún efectivo ahora y mucho efectivo en el curso de los próximos años. No tendrían nada que temer de ninguno de sus enemigos políticos. Su plata estaría perfectamente segura. Incluso, se les podría pedir que conserven uno o dos hombres en el directorio de la nueva empresa porque lo único necesario sería poner en claro que, por ventura, ellos no tendrían nada que hacer con la política editorial, respecto a la cual abandonarían el control desde el momento en que se haga efectivo el trato. Una vez que esto se haga evidente, a través de la política seguida realmente por el periódico, la opinión pública vendría a caer en cuenta que los antiguos propietarios están fuera del juego, a pesar que conserven uno o dos asientos en el directorio, con el propósito de controlar el lado financiero del negocio hasta la redención final de los bonos.

No creo que necesite extenderme más sobre este asunto. Si esto se llevara a cabo, no creo que ustedes se arrepientan jamás. De otro lado, si esto no se hace, vendrá el día en que el país se desilusione y esté harto de la política seguida por el gobierno, en caso que ellos se muevan demasiado a la izquierda y cometan muchos errores y entonces, a menos que el país pueda ser sacado del embrollo por alguien que tenga una posición de liderazgo, acabaríamos en un caos terrible.

Ustedes saben perfectamente bien que estoy deseoso de contribuir a eso de cualquier forma que sea posible. Deseo respaldar y aún hacerme cargo del periódico si ustedes piensan que es una buena cosa. Creo que la cuestión es muy importante para el país. De otra parte, no siento que yo pueda hacer más que escribirles a ustedes, como lo estoy haciendo, porque a pesar de que saben muy bien que nosotros invertiremos tanto como podamos, deben darse cuenta que ni el tamaño de nuestras inversiones en nuestro país, ni el monto de las ganancias que producen, soportan una comparación entre nuestra posición y la posición de ustedes en estos días. Hace 10 años, cuando nosotros estábamos un poco mejor librados -ustedes lo saben perfectamente bien- tanto en las campañas políticas como en el periódico gastamos mucho más que cualquiera de sus dos organizaciones, pese a que el tamaño de nuestros negocios ha sido siempre bastante más pequeño que los de ustedes. Pero las cosas han cambiado ahora y no creo gire necesite decir nada más acerca de esto, porque estoy seguro que ustedes mismos no discutirán que debamos poner tanta plata como se pueda, sino que deberíamos contribuir solamente en proporción al tamaño de nuestras inversiones en el país y, particularmente, al monto de utilidades que se está haciendo actualmente.

Ustedes pudieran pensar que sería más fácil comprar La Prensa. Me excuso por estar en desacuerdo. El monto de dinero necesario es bastante menos, pero no es una proposición rendidora; no se puede decir que sería una buena inversión desde el punto de vista de los negocios y, en consecuencia, se corre el riesgo de poner más y más plata para mantenerla funcionando sin saber nunca si en algún momento será exitosa siquiera en autofinanciarse. Y entonces, nunca se tendría tanto poder: ni siquiera la mitad de influencia de la que se tendrá en el otro caso desde el primer día. En consecuencia, si las dos consideraciones que deberían ser predominantes, es decir los negocios y la política, están siendo los factores determinantes, no se puede dudar ni un minuto.

Estoy enviando una copia de la carta a Felipe. Quizás ustedes piensen que sea útil cambiar puntos de vista con él. A lo mejor, ni siquiera deseen perder el tiempo discutiéndolo entre ustedes. Todo lo que he querido hacer es llamar su atención sobre algo que quizá pueda ser logrado sólo ahora y respecto a lo cual, en los años venideros, ustedes puedan pensar como la oportunidad que se le presentó para salvar al país y los negocios, en los cuales ustedes son responsables de situaciones muy difíciles. Si esta oportunidad se pierde o no, es algo que está en manos de ustedes.

Siempre suyo,

Pedro Beltrán

Revista, Nº 1, marzo 1980, págs. 50 a 52

LA PRENSA LA REVOLUCIÓN DEL PERIODISMO EN EL PERÚ

EMBAJADA DEL PERU

Washington, D. C.

CORREO AEREO

25th June, 1945

My dear Augusto and John:

I am writing the same letter, to each of you because 1 think you are the only two people likely to agree with me in the matter about which 1 want to say something. Furthermore, I think you are the only two people likely to be willing to work for the achievement of what I propose. I know Felipe will not disagree so.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Editorial de La Prensa del 20 de julio de 1934


Renace La Prensa como expresión tangible del anhelo patriótico de un grupo de ciudadanos que han querido de esta manera ofrendar su concurso a la obra de reconstrucción nacional.

No los mueve ni mezquinos intereses de clase ni desorbitados anhelos de predominio. Se proponen tan sólo contribuir a orientar la opinión pública del país, como medio de alcanzar la mejor y más acertada resolución de los graves problemas que confronta el Perú.

Vientos dé renovación soplan en el mundo entero. Los pueblos buscan nuevos caminos, buscan nuevas direcciones en su vida que aseguren la mayor felicidad para el mayor número. Simpatizamos profunda y sinceramente con esos anhelos y queremos contribuir a su mejor logro, a su conquista más estable y más rápida. Pero creemos que las directivas de la vida nacional deben ser la resultante del concurso de todas las fuerzas vivas del país; que todas las voces sean escuchadas en beneficio de los intereses esenciales y permanentes de la patria. Por eso renace La Prensa, como portavoz de un grupo de la ciudadanía alejado, hasta ahora, de la discusión de los problemas públicos.

Ante las graves cuestiones sociales y económicas que tiene delante el país no queremos, en ningún momento, volver la vista atrás, sino para que la experiencia del pasado ilumine y dirija el camino de hoy y de mañana. No queremos volver la vista atrás para enardecer pasiones ni para intensificar odios. Pondremos nuestro mayor empeño en contribuir a crear una conciencia de la gravedad de la hora y de los supremos intereses de la nacionalidad, ante la que desaparezcan antiguas fronteras y se estrellen los odios que aniquilan, las pasiones que traban la acción cívica fecunda y que esterilizan la vida nacional.

Y en este empeño llamamos en nuestra ayuda a todos los que sientan el deber cívico de colaborar en la construcción de una patria mejor. Creemos que las conquistas más estables de los pueblos, las menos dolorosas y más fecundas, son obras de la evolución, del esfuerzo constante y persistente en la labor de todos los días; no obra de la revolución que siempre destruye, que no siempre sabe o no siempre puede construir. De la evolución que respetando el derecho de todos, sea capaz de crear nuevos conceptos de vida cívica, nuevos derechos ciudadanos; no de la revolución qué engendrando la violencia y la anarquía todo lo destruye y arrastra en su vorágine aun a aquellos mismos a quienes se pretendió servir. Condenamos tanto el conservadorismo extremo, anquilosante, como la agitación revolucionaria, que es anarquía y esterilidad. Quienes piensen como nosotros, están cordialmente invitados a cooperar en nuestra obra.

Los gobiernos de orden encontrarán en La Prensa un colaborador entusiasta y leal, que estará siempre pronto a fortalecer y a secundar su acción cuando ella responda a los intereses de los más, como a ofrecer su crítica constructiva cuando los intereses del país exijan otros rumbos.


Queremos que nuestra obra sea esencialmente de concordia y de unión, de reconstrucción y de vida. Sin prejuicios de clase, sin exclusivismos de círculo, sin antagonismos políticos irreductibles, no aspiramos sino a realizar obras de bien nacional.